Por Víctor García Zapata
-Para Greetings from Latinoamérica-
Casi cualquier miembro de Greetings, o
seguidor de Bruce desde latinoamérica, estaría pasando por lo que yo tras
volver de los conciertos de Springsteen en Barcelona, San Sebastián y Madrid,
entre el 14 y el 17 de mayo de este 2016.
Venir de un sitio en donde el de New Jersey es un habitual, respetado y
reconocido y que por décadas ha estado
presente en la vida cotidiana de muchas personas y a veces pareciera que en la
vida de ciudades enteras, para luego aterrizar en nuestra ciudad, donde lo que hay que
explicar, es incluso que Bruce existe y que más allá de “Born in the USA”, es
un fenómeno cultural que no solo llena estadios y es numero uno en ventas, si
no que hay quien le sigue por el mundo, quien derrama tinta sobre su proceso
artístico y quien diserta sobre su trayectoria y sobre sus repertorios.
Para quienes, como nosotros, hemos seguido
a Bruce desde tierras más o menos alejadas del universo Springsteen, mirar a
Bruce por esas tres ciudades, mirar el animo y la entrega en sitios místicos
como en el Camp Nou, en Anoeta y en el
Santiago Bernabéu, es recargarse de jubilo y emotividad. Pero es también mirar
en retrospectiva toda la tensión que hemos puesto a sus decisiones sobre cómo
desenvolver una carrera que no ha querido tener disyuntiva entre un proceso
creativo y profundo, plenamente artístico, y establecer complicidad con un publico
masivo.
Todo eso, se sintetiza en España.
***
14 de mayo. Apenas pisar Barcelona un día
antes del esperado concierto en el Camp Nou, fue fácil darse cuenta de que cada vez Bruce se aparece por allí se vuelve la noticia como si un hijo pródigo llega
a la ciudad.
Es fácil escuchar a gente hablando de
ello en los café y en los taxis y hoteles; solo hace falta decir que uno está
ahí para “el concierto” sin tener que decir el nombre de quien actuará. Muchos le han visto alguna vez y nadie le
baja de impresionante. Es transversal,
va de jóvenes a viejos, de izquierdas a derechas y de mainstream a culto.
En la ciudad catalana dio su mítico
primer concierto en la península ibérica, el 21 de abril de 1981. Aun se
cuentan cosas al respecto. Un hito en la historia del rock en el Estado
Español. Desde ese momento arraigó de una manera que no es fácil de explicar.
Podríamos intentar alguna argumentación en torno a un pueblo recién entrado en democracia,
con una inserción global en necesidad de afirmarse y un rockstar que sin
panfletos es capaz de resumir la historia del rock and roll, del góspel al
punk, cantando sobre lo jodido de la vida y sobre las pasiones necesarias para
sobreponerse “sin sentir pecado por estar vivo”.
Podríamos, pero a saber, lo
de Barcelona y Bruce es inexplicable, como muchas de la verdaderas aficiones por
un equipo de fútbol, no es objetivizable al tiempo que no hay mayor ejemplo de
entrega y dedicación.
Loquillo compuso la canción 21 de abril
en homenaje a ese concierto y contaba después su opinión sobre Bruce:
“Springsteen es un
monstruo, pero es un hombre que te gana con el físico, con el inapelable
repertorio y con una fiereza en el escenario que te aplasta. La energía que
desprende es única. Recuerdo la última vez que lo vi en San Sebastián, con
50.000 personas en el estadio, lloviendo a cántaros; no se iba nadie, y tuvo
los santos cojones de tocar tres horas y media con el agua y el viento de frente.
Después ves a los U2 con la falla plantada en medio del escenario y dices
“¡dónde vais con eso!” El rock ‘n’ roll es otra cosa. Springsteen consigue que
hasta el tío más crítico tenga que callarse. Es inapelable y encima es la
hostia. Siempre está en su mejor momento. Lo del tío este es muy fuerte, muy
fuerte [Ríe]”.
Y es que justo en San Sebastián el mito
no es menor, donde fue el segundo concierto,presumen que ahí pasa sus
vacaciones y que ahí es donde sus hijos han aprendido a surfear. En Donosti se
le ve caminar y recorrer restaurantes de comida Vasca. Se saben receptores del
gusto de Bruce por la ciudad y lo celebran.Llenan el estadio como si van a ver
a un amigo.
Bruce se sabe en casa por eso es cómplice
y respetuoso. En Barcelona Bruce saludó a Cataluña y en San Sebastián saludó a Euskadi.
Hace 4 años en el Santiago Bernabéu saludó a España, ahora solo dijo "Hola
Madrid". En los dos primeros habló en inglés, catalán y euskera. Solo en
Madrid habló en Español. En cada uno colgó la bandera de cada nación.
Luis Beltza, el dueño de Beltza records,
una magnifica tienda especializada en música negra y punk, en Donosti, es la
excepción que confirma la regla: Es el único personaje con el que me encuentro
en el camino que no solo no muestra interés en Springsteen sino que manifiesta
abierto y decidido alejamiento del personaje. “Cuando Springsteen llegó a
España yo estaba encontrando a TheClash, al funk y al soul ¿Por qué le iba
poner atención a alguien como él?”. Se sorprende de que un seguidor de Bruce se
lleve discos de Rattus, Violadores y un tributo a James Brown. Me da con ello
la oportunidad de contarle que a mi, como a muchos, Bruce nos abrió la puerta a
las raíces. Ponerle atención es un viaje a los orígenes: Es ir del góspel al
soul a Hank Williams y WoodyGuthrie hasta Suicide y JoeStrummer. Lo mismo acude al góspel que al punk que al
folk. No es el mejor en algún genero pero si el que crea los más grandes
rituales a partir de sintetizar casi todo.
Barcelona, 2016, foto José Navarro Gutierrez |
***
A saber porque Bruce decidió no tocar el
The River completo en el tramo europeo de la gira, que inició con estos tres
recitales, tal como hizo en Estados Unidos. De 1981, es el disco que lo llevó
por primera vez al viejo continente. Tocarlo integro en la primera parte del
tour por Estados Unidos fue un reto interpretativo, con las subidas y bajones
que son más propias de los discos que de los conciertos, que provocó conciertos
entrañables, inolvidables.
A juzgar por los conciertos en España para
Europa prefirió que la gira de aniversario de The River sea más o menos como la
gira de presentación de cualquier disco. Un pretexto para un greatest hits que
no tiene el compromiso de encasillarse en el disco nuevo. Haciendo así emocionó
tanto como sus ceremonias suelen hacerlo, llevando a un éxtasis de conexión
humana que ningún artista en el planeta es capaz de hacer. Por más que en mucho
sea un ritual aprendido y repetido por muchos, la emoción de hacerlo provoca
que se viva como si fuera la primera vez.
Para Ignacio Julia en el País, el no
haber tocado el The River completo levantó la duda sobre su confianza en un
publico que se ha entregado hace 35 años y, sin embargo, no se mereció la
experiencia de culto que hubiera sido tocar el álbum entero. Yo más bien creo que
a pesar de los años y la consagración, el dios Sprinsgteen es aún capaz de
dudar de si mismo y opta, en esos casos, por complacer a con quien no puede
estar si no agradecido.
En Barcelona todo parecía ir bien hasta
que un cartel del público le pidió I'm going down
y sustituyó la mítica Independence day.
El baile fue impresionante, el estadio retumbó pero se perdió la sensación de
haber escuchado un tema de culto. Como gran sorpresa, y resultará inolvidable,
será el Purple rain de Prince.
En San Sebastián compensó. Tocó todo el
primer disco de The River . Y algunas del segundo sobresaliendo Point Blank que seguida en cada noche
por Atlantic City, MurderInc y Downbound
Train, protagonizó el momento oscuro de la cada noche. El famoso
“Depressión set.”
Pero en Madrid todo fue a distinto y
hasta cierto punto confuso. No porque el concierto no fuera espectacular,
quizás incluso más eufórico y por ello conmovedor que los anteriores, si no
porque más pareció un tributo a Born In the USA que otra cosa. Una noche de
bailes habituales. El set genérico. Iniciar otra vez con Badlandsy darle centralidad a Workingon
a highway, I,mgoingdown, Darlington County, GloryDays, pasar porWaintingon a sunnyday, Spirit in thenight,
Promiseland, y cerrar como en todos hasta entonces con Twist and shouts. Si no es por Downboudtrain,
Jonhhy 99, Trapped y Human Touch aquello hubiera sido un recopilatorio de
ocasión para venderse en tiendas de conveniencia.
Tengo la impresión de que la emoción del
público madrileño, la más impresionante que he constatado, lo fue arrastrando a
un callejón sin salida. Se sorprendió el mismo y no quiso bajar un tremendo animo
que no sabemos si volveremos a ver. Varias fueron las veces que cambio de
guitarra sobre la marcha para, con la sorpresa visible de la banda y sus
asistente, cambiar la canción prevista. Fue victima de una cascada de alegría
que no fue capaz de frenar a favor, por ejemplo, de una Drive all night cuya interpretación en los dos primeros conciertos lo
pone en el olimpo de los dioses. Fue puro para arriba y hasta Thunder Road fue
sacada del orden original con tal de no frenar la euforia. Al final fue rescatada
para un memorable solo acústico.
De cualquier manera, yendo a los números,
en tres noches escuchamos 54 canciones distintas. Alguna, como siempre me pasa
en el dominó, se me puede estar fallando en la cuenta, pero sea como sea, es
una cifra de variedad difícil de encontrar en el show de alguien más en
nuestros días.
***
No han faltado las criticas y
disertaciones en torno al repertorio y las razones de la gira. No pocos se han
sentido defraudados por el nombre del tour. Muchos querían un concierto de
culto en un escenario masivo habitualmente poco propicio para ello. Nosotros
pensamos que el Boss es capaz de eso y más pero creo que no estuvo seguro, que
no ha querido encasillarse. Nomás de ver los setlist de conciertos posteriores
está claro que en cada uno se atreve a mas rarezas, pero no al The River
integro.
Salvo algunas de las criticas que parecen
tratar a Bruce como a cualquier otro artista de marca blanca, hay que decir que
las disertaciones tienen sentido porque reconocen que estamos ante uno de los
principales fenómenos culturales de nuestro tiempo. Lo afirmo consciente de la
polémica, pero cierto también de que en nuestros días pocos artistas arraigan
emocionalmente de manera tan profunda como hace el en ámbitos masivos de
Estados Unidos y Europa.
No solo basta con mirar las ventas de
cada uno de sus álbumes, no solo basta con mirar las entradas a sus conciertos,
ni con palpar la influencia que ha tenido en la música popular contabilizada en
la covers que nuevos y viejos hacen de sus canciones. Entender el arraigo del
Boss se dimensiona, sobre todo, articulando el significado de la masividad
con la capacidad de estrechar una relación con el publico que no debe tener símil
en la historia de la música popular.
Lo que estamos criticando es una obra tan
genuina y completa que da para el
análisis y la búsqueda de significados. Una obra que es capaz de contarnos
nuestra vida y de ponernos frente al espejo, obligarnos a escupir lo que está
mal y enfrentarlo a diario sin sentir “pecado por estar vivos”.
Lo constatado en España es que escuchar a
Bruce en un estadio es, en realidad, ir de la misa góspel al asado en patio
trasero hasta la cantina de madrugada a media carretera. Es la única posibilidad que tenemos
de recrear la atmósfera que cada vida necesita en el corte semanal para seguir
adelante. Pero sobre todo es la prueba de que el rock and roll registra
historias idílicas entre artistas y territorios que desafían cualquier
conmoción. Imposible no anudarse la garganta mirando un publico que aunque
basto logra ser comunitario, que no tiene miedo a perder el estilo, con el que
se puede saltar de alegría y llorar al momento y que se desgañita por agradecer
a quien tanto a dado en 35 años y es capaz de resumirlo cuando a punto de
cumplir 66 se desgarra en el escenario 3 horas y media.
No hay más. La historia del rock no ha
arrojado a otro así y difícilmente lo hará. Si queremos historias de juerga,
chicas y liberación voy a los Rolling Stones, si quiero ironías de amor puedo con
Ryan Adams; para burlarme del capitalismo está a veces Evaristo Paramo y siempre The Clash; Si
necesito poesía profunda y de culto, no dudo en poner a Human Drama. Para
genialidades está Peter Gabriel y para
tormentas SineadO´connor, con Gaslight Anthem imagino la rabia
de la vida callejera.
Para muchas cosas estarán
Bob Dylan, Leonard Cohen o Patti Smith, pero si lo que queremos es la
síntesis de la vida entera tal como es,
sin estilizaciones ni sofisticaciones pero entera, resumida junto con la
historia del rock en ceremonias colectivas irrepetibles, no hay otro en el
planeta más que Bruce Springsteen con todas sus letras.
México, D.F, 2 de junio de 2016